Salzburgo
JOYA BARROCA AL BORDE DE LOS ALPES
Salzburgo, la ciudad que parece pintada por un artista barroco en medio de los Alpes. Con sus cúpulas ornamentadas, sus majestuosas fachadas y la desafiante fortaleza de Hohensalzburg, se alza entronizada como una joya al pie de impresionantes montañas. Pero Salzburgo es mucho más que un motivo de postal: es una síntesis de las artes hecha de historia, cultura y encanto alpino.
Aquí podrá pasear por las sinuosas callejuelas del casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y descubrir un nuevo atractivo a la vuelta de cada esquina. Ya sea la imponente Residenz, la magnífica catedral o el romántico palacio Mirabell con sus ornamentados jardines, Salzburgo deleita con un esplendor barroco que no tiene parangón en ningún otro lugar del mundo. Y, por supuesto, la música. Es como si la ciudad tocara su propia melodía.
No es de extrañar, después de todo, que Wolfgang Amadeus Mozart naciera aquí.
Pero Salzburgo no es sólo un escenario para la cultura, sino también un lugar donde se celebra la forma de vida. A los salzburgueses les encanta detenerse en los cafés, saborear delicias locales como el Kasnocken o el Salzburger Nockerln y admirar la singular interacción de ciudad y naturaleza. El rio Salzach serpentea tranquilamente por la ciudad, los picos nevados saludan desde lejos y las suaves colinas invitan a detenerse.
Salzburgo es una ciudad que cuenta historia, promete diversión y ofrece pura inspiración: una auténtica joya barroca al borde de los Alpes, donde la vida palpita en su forma más bella.
Salzburgo
BAROQUE JEWEL ON THE EDGE OF THE ALPS
Salzburgo, la ciudad que parece pintada por un artista barroco en medio de los Alpes. Con sus cúpulas ornamentadas, sus majestuosas fachadas y la desafiante fortaleza de Hohensalzburg, se alza entronizada como una joya al pie de poderosas montañas. Pero Salzburgo es mucho más que un motivo de postal: es una síntesis de las artes hecha de historia, cultura y encanto alpino.
Aquí podrá pasear por las sinuosas callejuelas del casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y descubrir un nuevo atractivo a la vuelta de cada esquina. Ya sea la imponente Residenz, la magnífica catedral o el romántico palacio Mirabell con sus ornamentados jardines, Salzburgo deleita con un esplendor barroco que no tiene parangón en ningún otro lugar del mundo. Y, por supuesto, la música. Es como si la ciudad tocara su propia melodía.
No es de extrañar, después de todo, que Wolfgang Amadeus Mozart naciera aquí.
Pero Salzburgo no es sólo un escenario para la cultura, sino también un lugar donde se celebra la forma de vida. A los salzburgueses les encanta detenerse en los cafés, saborear delicias locales como el Kasnocken o el Salzburger Nockerln y admirar la singular interacción de ciudad y naturaleza. El Salzach serpentea tranquilamente por la ciudad, los picos nevados saludan desde lejos y las suaves colinas invitan a detenerse.
Salzburgo es una ciudad que cuenta historia, promete diversión y ofrece pura inspiración: una auténtica joya barroca al borde de los Alpes, donde la vida palpita en su forma más bella.
TRAS LAS HUELLAS DEL HIJO MÁS FAMOSO
Salzburgo no se llama la ciudad de Mozart en vano. La ciudad y probablemente el compositor más famoso de todos los tiempos están indisolublemente unidos.
Nació en el corazón del casco antiguo barroco en 1756, pasó aquí gran parte de su infancia y dio su primer concierto en la corte salzburguesa a los siete años en los salones de la Residenz. Desde aquí, su genio musical se extendió por el mundo. No son pocos los visitantes que acuden a esta tranquila ciudad a orillas del Salzach sólo por él.
La casa natal en Getreidegasse y su casa en Makartplatz son hoy museos, recuerdos de su extraordinaria infancia y lugar de peregrinación para melómanos de todo el mundo. Cuando se trata de Mozart, casi todo el centro histórico de Salzburgo es como un museo ambulante.
Mozart es más que historia en Salzburgo: está vivo. La ciudad respira literalmente sus melodías. Ya sea en las magníficas salas del Festival de Salzburgo, en los pequeños cafés callejeros donde sus obras se escuchan tranquilamente de fondo o en los famosos Mozartkugeln, el dulce homenaje al genio de la música. Salzburgo lleva el espíritu de Mozart en cada nota, en cada piedra, en cada sonido.
Quien visita Salzburgo viaja al mundo del niño prodigio, una ciudad que no sólo produjo a Mozart, sino que ha conservado su música para siempre. Aquí, Mozart no es sólo un recuerdo, sino pura inspiración.
ARTE Y CULTURA POR DONDE SE MIRE
Salzburgo, la «Roma del Norte», no es sólo una ciudad: es un escenario, una obra de arte, un museo al aire libre. Aquí, el esplendor barroco se une al genio musical y la serenidad alpina a la excelencia cultural. Se mire por donde se mire, Salzburgo inspira con una mezcla única de historia cultural y creatividad artística.
Cada verano, el Festival de Salzburgo transforma la ciudad en un punto de encuentro internacional para el arte y la música. «Toda la ciudad es un escenario": así formularon su intención hace más de cien años los padres fundadores del Festival de Salzburgo: Max Reinhardt, Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss. Su deseo se hizo realidad y sigue haciéndose realidad hoy en día: Salzburgo experimenta una «metamorfosis temporal» durante la temporada del festival, con estrellas de la escena internacional, celebridades y élites que acuden a Salzburgo para una cita.
El Festival de Salzburgo es hoy uno de los festivales de artes escénicas más importantes del mundo. Su éxito se basa en tres pilares: La amplia oferta artística a nivel mundial con la combinación única de ópera, teatro y conciertos, la conexión entre cultura y vacaciones y el encanto especial de la ciudad de Salzburgo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Y la modernidad también tiene su lugar: galerías, pequeños teatros e instalaciones contemporáneas complementan la oferta cultural. Salzburgo consigue combinar con maestría tradición e innovación: arte y cultura dondequiera que el ojo mire y el alma se regocije.
UN DELEITE PARA TODOS LOS SENTIDOS
Salzburgo no es sólo una ciudad para los ojos, sino sobre todo para el paladar. Aquí, la elegancia barroca se une al auténtico arte culinario, haciendo de la ciudad de Mozart un paraíso para los entendidos. Un verdadero clásico es, por supuesto, el Salzburger Nockerln: ligero y aireado, dulce como el amor y tan suave como las nubes que flotan sobre la fortaleza de Hohensalzburg. Pero eso es sólo el principio. En las tabernas de la ciudad le esperan especialidades tan sabrosas como el Kasnocken o un cerdo asado perfectamente crujiente. La cocina austriaca no puede ser más auténtica.
Los amantes de los dulces serán felices en Salzburgo. Los Mozartkugeln, los famosos pralinés de chocolate, son aquí algo más que un dulce: son un bien cultural en forma comestible. Pero el strudel de manzana, las tortitas de requesón y la delicada tarta Sacher son también imprescindibles en cualquier viaje gastronómico. Y luego está el café. Ya sea en la tradicional cafetería Tomaselli, la más antigua de Austria, o en uno de los modernos tostaderos, el aroma del café recién hecho forma parte de Salzburgo tanto como Mozart y los Alpes.
Añada un trozo de tarta y la tarde será perfecta.
Pero Salzburgo también puede ser moderna. Los innovadores restaurantes de la ciudad combinan ingredientes regionales con influencias internacionales para crear obras de arte culinarias que no sólo saben bien, sino que también sorprenden. Tanto si le gustan las delicias saladas como las tentaciones dulces, Salzburgo es un festín para el paladar.
Salzburgo sabe bien.